Transitamos una era de coyuntura donde, lentamente,
vamos adentrándonos en la era de la información para luego ingresar en un
futuro, esperemos cercano, a la era del conocimiento.
En esta coyuntura es innegable que los conocidos
como nativos digitales son los que de alguna manera van marcando el paso en la
transición. Son ellos los que crean las formas de uso de las que para nosotros fueron
(o son en muchos casos) nuevas tecnologías y que distan mucho de las formas en
las que fueron pensados, forzando a la actualización continua de software y
sistemas.
El cierre de la brecha digital ha hecho que en los
imaginarios de hoy, la comunicación en tiempo real interpersonal mediada por
dispositivos tecnológicos, sea tan común como lo fue para nosotros o nuestros
padres la televisión o la radio, a tal punto que quien hoy no tiene posibilidad
de acceso a los entornos virtuales comunicacionales se encuentra, de alguna
manera, excluido de su comunidad.
En este sentido, estos entornos y sus
particularidades, han hecho que en términos del lenguaje y la comunicación, nos
encontremos en una época de aparente desorden donde las reglas, formas y vías
de comunicación se van transformando en función de sus usuarios más asiduos (no
hablo de mayorías), determinando el cambio en aquellos que los rodean y que
deben asumir la transformación para poder seguir en contacto, en realidad, en
palabras de hoy “conectado”. Estamos en presencia de una nueva semiótica de la comunicación
y el lenguaje, donde la representación de nuestro lenguaje oral está adoptando
nuevos grafismos y que aquellos que fuimos formados en una conformación socio –
histórica y cultural no podemos comprender de manera natural y por lo tanto,
reproducir dentro del sistema de reproducción social que es la institución
escolar. Si esto se pudiera sintetizar creo que la expresión “instituciones del
SXIX, con docentes del SXX, para alumnos del SXXI”.
La convivencia pasa cada vez más por los espacios
mediados por tecnologías, así como también la creación de la identidad, al
punto que ya se habla de un “identidad en red”, marcada por la construcción
para el otro de quién yo desearía ser y no de quien realmente soy, y que ese
que quiero ser responde a la demanda del interlocutor virtual y no a la
construcción social y cultural del entorno real en que el nativo digital se
desarrolla. Este anonimato que permite esta identidad en red, permite además,
nuevas formas de expresión para áreas donde normalmente los jóvenes no
participaban como la política, los movimientos sociales, y en general aquellas
cuestiones, que cuando nosotros éramos chicos, eran “cosas de grandes”.
Estas mismas cuestiones han llevado a que en el
ámbito educativo, y a partir de la incorporación masiva de tecnologías de la información
y la comunicación en la sociedad en las escuelas, de alguna manera se esté
empezando a cuestionar la función del docente dentro del aula. La competencia
en estos momentos está dada en la puesta en duda de la posición del docente
como reservorio o poseedor del conocimiento al tener accesos a buscadores,
bibliotecas on line, reservorios de información, etc, y además se suma a esto
la imposibilidad del docente de acceder o entender o mucho más básico,
comunicarse, con estas nuevas microculturas adolescentes que se ven
representadas por docentes aparentemente abúlicos y faltos de comunicación en
el cara a cara pero con una muy rica vida de intercambio cultural y social en
entornos virtuales y con lenguajes que no necesariamente basan su interacción
en lo oral ni en lo presencial. Si lo pensamos, las comunicaciones
complementarias que nosotros, inmigrantes digitales, usamos para complementar
nuestras interacciones en persona o cara a cara, son la base de las
comunicaciones de los nativos y han hecho del contacto cara a cara sea
complementaria a su interacción en red.
De esta manera, como docentes, nos vemos cada vez más
limitados a la hora de comunicarnos con nuestros alumnos, ya sea por los medios
o los lenguajes que utilizamos no son los adecuados. Es este contexto, debemos
reconocer que en el ámbito educativo, hemos incorporado a las nuevas tecnologías,
pero hasta el momento, no hemos actualizado ni la didáctica, ni la pedagogía
que esta incorporación masiva exige, quedando esta incorporación en una
cuestión cosmética, donde las tics en el las aulas “se ven bien” pero no han
logrado un impacto efectivo en la calidad educativa.
En este marco, se presenta hoy, el desafío de volver
a establecer los vínculos comunicacionales entre los actores del sistema
educativo, ya sea potenciando las nuevas habilidades comunicacionales de los
jóvenes y adaptando la currícula escolar a ellas, como también recuperando en
ellos las interacciones cara a cara y enseñando a valorar y abordar las
construcciones sociales y culturales más allá de las redes sociales y por otro
lado, como docentes, tenemos la obligación de volver a (re) construir nuestras
bases de conocimientos sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje, donde
contemplemos las necesidades que se derivan de la incorporación de las TICs al
sistema educativo
Prof. Germán Sánchez
Profesor en Tecnología
Diplomado en Cs. Sociales (con mención en Educación y Nuevas Tecnologías) (Flacso)
Especialista en Educación y NUevas Tecnologías (Flacso)
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